En marzo del 2020, en el norte de Brasil, donde me encontraba varado por la pandemia del COVID19, comencé a identificar como aquellas imágenes que apelaban al miedo, la angustia, la paranoia, el terror, que eran recurrentes, brotaban de manera sistemática en las sociedades del planeta y eran compartidas por la nube digital y transversal de Internet. Aquellas imágenes que poseían definidos patrones visuales y similaridades en los cuerpos y las ropas.
Aquellos patrones estéticos identificados y definidos irían profundizándose en el tiempo durante el Siglo XXI y confluirían en una estética arquetípica de la centuria contemporánea.
Presento aquí el documento generado durante el 2020 para la posteridad del futuro, casi como una pieza arqueológica de la historia de la humanidad.