Cuando la comunidad indigena Misak tumbó la estatua de Gonzalo Jimenez de Quesada, fundador de Bogotá, ubicada en la plazoleta del Rosario, se abrió el debate de la identidad y grado de representación del patrimonio en los espacios públicos. Es evidente que la ciudad requiere de un espacio público representativo, que promueva la identidad de los valores de la ciudad y sus ciudadanos, pero ¿realmente es representativo?
En los últimos años, Latinoamérica ha experimentado un fuerte movimiento de las ideas que promueven el pensamiento decolonial, siendo estas las que ponen a reflexionar a los conciudadanos del grado de representatividad del patrimonio en el espacio urbano. Es importante aclarar que el pensamiento decolonial promueve una nueva forma de entender las relaciones de poder eurocentristas o aquellas instauradas en la colonia desde distintas esferas. En este caso se podría cuestionar cuál es el rol de un conquistador y si por sus actos merece tener un busto o estatua.
Dada esta proliferación, el futuro del patrimonio en el espacio público de Bogotá estará dado según la discusión que se presente actualmente y las nuevas formas de diseño urbano contemporáneo. Probablemente seremos más conscientes de nuestros valores y lo que nos hace colombianos (dado que Bogotá es la ciudad de todos). En mi opinión, el patrimonio debería ser un patrimonio consensuado con la comunidad y que trate de incluir a todos los miembros y actores de la ciudad, dando predominancia a la participación de las minorías continuamente excluidas.
El patrimonio será entonces un acto que busque la participación activa de la comunidad para que se tenga un mayor grado de representación y reflejo de los valores bogotanos. En el futuro, se tendrá un patrimonio en los parques y plazas que contribuyan a la deuda que tenemos al no rescatar nuestros elementos identitarios colombianos como la ruana, el sombrero vueltiao, las mochilas, entre otros. Pero no solo será un patrimonio que sea decolonial, sino que también rescatará a personajes que representan el esfuerzo de la ciudad. Debemos apreciar más las labores de científicos e investigadores, que simplemente “honrar” con bustos por doquier a presidentes que al fin y al cabo son sobrevalorados solamente por ese cargo ocupado.
En mi opinión y siguiendo lo aprendido en mi curso de Diseño Urbano, es importante que en un futuro el patrimonio y monumentos partícipes de parques, plazas y espacio público deben ser elementos vitales que otorguen identidad y promuevan principios de diseño urbano acorde a las nuevas necesidad, este seguirá muy probablemente lo dicho por Jan Gehl en su obra “Ciudades para la gente”. Este espacio no solo se debe cerrar a un monumento de alguna personalidad, que en la actualidad siguen los principios de canon, sino que pueden ser obras de arte, mobiliario participativo, esculturas, objetos o animales.
En conclusión, el futuro de los monumentos y patrimonio público estará mediado por las decisiones y opiniones de la mayor cantidad de bogotanos, que no promueva colonialismos, que democratice, que acuda al arte y rompa con la preponderancia del hombre blanco y con poder (romper el canon). Estos elementos serán centros de vida del espacio público en donde está reflejado el rescate por nuestra identidad y el reconocimiento a las máximas personalidades que nos enorgullecen por sus actos de buena voluntad.